«Estoy 100% segura de que todos estarán leyendo esto en sus iPhones, iPads, computadoras y demás tecnologías, porque, obviamente es la única forma en la que podrán hacerlo. (El papel es de antaño).»
Isabel P. Camarena
“Black Mirror” es la serie del momento, la que todos recomiendan por ser una critica a la sociedad moderna y la que no permite te despegues del televisor los fines de semana -la puedes ver en Netflix-. Habla principalmente sobre el uso de la tecnología avanzada y su interacción con los humanos, es una distopía que nos muestra lo que sería de la sociedad en el futuro con las nuevas tecnologías.
La serie de la cadena británica Channel 4 muestra seis escenarios distintos (dos temporadas de tres episodios cada una) donde lo único que une a los personajes es el uso (y abuso) de las nuevas tecnologías: ordenadores, tablets, redes sociales, smartphones… son la clave. Los personajes no son los culpables de todo aquello que se genera alrededor, pero siempre se convierten en cómplices; a veces, por acción, otras por omisión.
Existe un capítulo en especial que captó mi atención; “Nosedive” (Caída en Picada), en donde es un Facebook o un Instagram a la quinta potencia. Lacie -la protagonista- vive en un mundo color pastel dentro de una sociedad obsesionada con las puntuaciones individuales. Cada persona puede detectar la puntuación de cada individuo con el que se cruce y calificarlo. Con el celular en la mano, todo el día gira en torno de dar valoraciones a todas las interacciones en la red.
Dentro de esta sociedad distopíca existe una élite social, en donde se encuentran individuos con puntuaciones mayores a 4,5 -digamos que el promedio de la población es una puntuación de 4, cuando un 3 es considerado inferior en la escala social-. Aquellas personas que pertenecen a ese pequeño grupo, tienen más privilegios que los demás; mejores trabajos, promociones especiales, mejores tarifas, etc.
La vida de Lacie gira en torno a la cantidad de likes que recibe; su comportamiento es impecable, sube fotos con filtros de platillos perfectamente estructurados -los cuales no introduce en su boca-, cada persona con la que se encuentra les sonríe con un sonrisa, un tanto estúpida, y los rankea -claro, para ella tener la misma respuesta-. siendo ella un 4,2 -alguien promedio- desea un nuevo apartamento, pero para poder obtener un descuento necesita ser un 4,8 -la élite-. Su consejero le sugiere que si desea subir de puntuación, deberá rodearse con personas que se encuentren en esa valoración. Y es donde comienza lo interesante.
El pequeño grupo de élite es lo más hipócrita que conocerás en tu vida. ¿Por qué?, porque para subir tu rating, tienes que lucir y comportarte como los demás quieren que lo hagas y lo haces simplemente por tener una puntuación más alta. Al grado que Lacie, se avergüenza de su hermano, el cual es un 3.5. -pero aquellos con puntuación mas baja, son las personas que no les da miedo ser como son en realidad, no necesitan una pantalla para agradar a los demás, y por ende no se preocupan por sus puntuaciones-. En su miserable desesperación por entrar al grupo élite, cae en picada, su preciado 4.2 se convierte en un casi -0.
Esa caída es el reflejo de buscar la felicidad fuera de uno mismo, nos limitamos como individuos para enseñar al mundo una imagen más adaptable al contexto social. El episodio es un reflejo de nuestra obsesión por las apariencias. Nosotros somos los creadores de nuestra propia catástrofe.
«En muchas ocasiones la honestidad es considerada una grosería.»
Cuesta aceptarnos tal cual somos y no como los demás quisieran que fuéramos. Nos dicen como deberíamos de lucir, hablar, pensar y actuar. Pero lo peor es que nos encanta mostrar nuestras vidas a los demás, alardear sobre lo que hacemos y opinamos, agrandar nuestro egos con comentarios y likes que solamente son una muestra vacía de aprobación de los demás… que tristemente es lo que buscamos.
Una sociedad impone la concepción de lo que debe ser la ‘felicidad’. ¿Cuántos de nosotros en realidad vivimos para complacernos?
«Caída en Picada» es esa vida superficialmente vacía controlada por la cantidad de likes que recibimos en cada publicación que subimos. Poco a poco nos consumen esos objetos inanimados que succionan tu energía y la convierten en una obsesión por querer estar involucrados en todo. ¡Nos gusta saber lo que pasa en el mundo, somos Millenials! ¡Claro que nos encanta que nos digan que somos bonitas, guapos o que tenemos buen cuerpo! Nos gusta presumir; subir una selfie de vez en cuando no hace daño ¿verdad? -al parecer le tome el dulce sabor de las selfies, cuando antes la criticaba, pero nadie podía sacar mi mejor ángulo en una foto, entonces, mejor me las tomo yo misma ¿no?-.
Desgraciadamente la mayoría de nuestra seguridad se basa en la percepción que los demás tienen sobre nosotros, basamos nuestro estado de animo en lo que ellos opinan y en la cantidad de likes que obtengamos. Pero no debemos mirarnos a través de sus ojos.
Nosotros los millenials nos consideramos expertos en la tecnología que crearon la generación pasada. Muchos de nosotros crecimos y evolucionamos junto con ella. Pasamos de una obsesión por completar el juego de snake -aquel juego de una serpiente pixeleada que intentaba atrapar los puntos en la pantalla sin tocar su propia cola- en aquellos celulares Nokia tan pesados que al momento de tirarlos al suelo podían crear un terremoto, a los cada vez mas livianos iPhones con mas aplicaciones que el número de dioses hindúes.
Facebook, Twitter, Instagram, Snapchat y una infinidad de otras redes sociales, con el único objetivo de mostrarle al mundo lo que ocurre en tu vida y stalkear la de los demás -todos incluida yo misma, las tenemos por lo mismo-. Al grado de que stalkear, tagguear, y twittear se han convertido en verbos, haciendo que los fundadores de la Real Academia de la Lengua Española se retuerzan en su tumba.
Pero como los dioses hindúes, cada uno de esas aplicaciones son nuestra fuente de vida, los que al parecer nos mantienen a flote -ya nadie puede pasar ni un minuto sin el celular en la mano-. Esos dioses inanimados pueden llegar a controlar nuestra vida y como nos movemos en sociedad. Es por eso que Black Mirror capta nuestra atención, porque nos muestra un escenario no tan ficticio, en unos cuantos años no tardaremos en tener chips en nuestros cuerpos para poder grabar en tiempo real nuestras vivencias, tomar fotografías y hasta bloquear gente.
Extraordinario y asertivo comentario… ahora veré la serie pues si cada día es más la dependencia … mil gracias por tu página me encanta tu forma de expresión y ver la realidad … fuerte abrazo….
Me gustaLe gusta a 1 persona
Muchas gracias! Un abrazo
Me gustaMe gusta
Buenísimo post! Felicidades, es increíble como el mundo cambia cada día 👏🏻 saludos desde http://www.stylishgabby.wordpress.com
Me gustaLe gusta a 1 persona