No suelo escribir mucho sobre estos temas. Pero el día hoy necesitaba exteriorizar lo que pasaba por mi mente.
Todo había coincidido hasta que el encierro sucediera en Semana Santa. La primer Semana Santa -del 99.9% de la población- que en realidad la iban a pasar en su casa y tranquilos, sin tomarlo como vacaciones. Tenía unas ganas impresionante de ver a todos aquellos “de la vela perpetua” en realidad cumplir el verdadero significado de la Semana Santa. Soy católica, creo en Dios y en la Iglesia, pero tengo que aceptar que no cumplo con todo lo que mi religión me dicta exactamente que haga -y seamos honestos, ¿cuántos en realidad lo hacen?-. Este tiempo me iba a funcionar también a mi para acercarme a mi espiritualidad.
Hacía tiempo que había dejado de ir a misa, principalmente por la falta de interés o simplemente por la flojera de pararme en la Iglesia un domingo por la tarde. El ajetreo de la semana y del fin de semana me dejaban sin ánimos de salir el único día que se nos pedía ir a la Iglesia. Pero en estos días comencé a rezar de nuevo y no retome el rezo para esperar un milagro de que terminara la cuarentena o la erradicación del virus únicamente -también pido por eso-. Pero lo comencé a hacer porque necesitaba volver a sentir esa paz que sentía cuando estaba cerca de Dios. Mucha meditación, mucha creencia en energías, el universo, etc., -hablo por mi-, pero al final siempre recurres a la fuerza con la que creciste y la única que en realidad conoces.
Ese día vi la misa del Domingo de Ramos -por televisión claramente- y fueron de los pocos evangelios que en verdad puse atención -a pesar de ser uno de los más largos-. Esta misa es importante para los católicos porque marca el fin de la Cuaresma y da inicio de la Semana Santa, donde se celebra la Pasión, Crucifixión, Muerte y Resurrección de Cristo. El evangelio habló sobre cuando Jesús entra a Jerusalén sobre un humilde burro y la gente lo aclamaba como Rey y como Hijo de Dios con unas simples hojas de palmas. Fue cuando los ancianos y los sacerdotes entregan a Jesús a Poncio Pilato para enjuiciarlo, en donde -todos lo sabemos- termina en su Crucifixión. La historia de la Pasión la conocemos, te la enseñan desde niño; que Jesús murió en la cruz por el pecado de todos los hombres. Pero al final el mismo Jesús, en el último aliento de su vida, le dice a su padre; perdónalos padre, no saben lo que hacen. Hoy más que nunca comprendí las palabras que el padre leía.
El verdadero significado de esta época es de reflexión. Es una época de reconocimiento espiritual y gratitud a Dios. En realidad muchos de nosotros no sabemos lo que hacemos.
Un hombre dio su vida por la salvación de las mismas personas que lo condenaron a muerte. Y como dijo el Papa Francisco en la misa desde el Vaticano; “redescrubramos que la vida no sirve, si no se sirve”. Jesús entro en Jerusalén de la forma más humilde y lo aclamaban como Hijo de Dios y como a un Rey, ¿en que momento la opulencia, el dinero y la fama te convierte en un Rey?. Un Rey es aquel que se entrega a sí mismo para servir a los demás, sin la necesidad de estar esperando algo a cambio o de reconocimiento. El mensaje es claro; sirve a los demás, pero primero sírvete a ti mismo. Es como el dicho; no puedes dar amor si no tu no lo has recibido. Se coherente con tus palabras y con tus actos. Qué el mensaje de nuestras creencias no se distorsione con los tiempos que estamos viviendo.
Jesús a la hora de su muerte, se sintió traicionado y abandonado. Traicionado por su apóstoles y abandonado por ellos y por su padre, al cuál le dice estando en la cruz; Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? En tiempos de crisis, nos sentimos solos, sentimos que nos han abandonado, pero debemos recordar que aunque así lo parezca, no lo estamos. Y siempre hay una voz que nos dice; ánimo.
Jesús lo sintió al final de su vida, pero su Padre siempre lo acompaño hasta el último momento a pesar de que Él no lo sentía. Estamos para vivir, mientras lo demás pasa. Intentemos vivir en el presente -porque ahora si es lo único que podemos hacer-. Entreguémonos a Él cuando sintamos desesperación, confiemos en Él. Qué esta Semana Santa nos sirva para volver al origen de la fuente, reencontrarnos con esa paz y recordar que nunca hemos estamos solos y nunca lo estaremos.
100% cierto !!
Me encantó cómo describes la necesidad de recurrí a la fuerza con la que crecimos , la que conocemos!
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Gracias! 😁
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Muy bonita reflexión la cual coincide con mi sentir… felicidades Chabelli!
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Gracias!!!
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