Mamá;
Hoy es tú día. Pero el día de hoy te escribo una carta un poco diferente a lo que estas acostumbrada. No te voy a decir que de «todas las mamás, la mía es la mejor» –como acostumbramos leer en redes sociales este día-. Tampoco te voy a decir que quiero ser como tú… Hoy te voy a decir algo diferente.
De niñas todas quisimos ser como mamá. Eras perfecta y hermosa. De adolescentes se convierte a una relación amor-odio, ya no te veíamos tan perfecta y hermosa, la curva se inclinaba más por el «cuando sea mamá, nunca voy a ser como tú». Y de mayor, con unos poco años encima, ahora te logro entender un poco más.
Tuve que pasar por esas etapas de amor, amor-odio y admiración para lograr comprenderte. Pero no quiero ser como tú. Porque tú eres y tú y yo soy yo. Tú tuviste tu historia y yo estoy escribiendo la mía. Porque yo soy diferente a ti. No quiero ser como tú, porque tu me enseñaste todo lo necesario para ser yo.
Todas esas largas charlas en la cocina los domingos en la mañana, los interminables sermones sobre la vida y el amor, los viajes, las comidas, los regaños, las risas, los abrazos, los juegos, las terapias, los regalos, los castigos, los enojos, el apoyo incondicional entre muchas otras cosas, me hicieron ser yo. No soy mamá todavía, pero se que cuando llegue el momento de serlo te podré entender aún más. Pero en este instante te entiendo. Entiendo porque fuiste como fuiste, porque actuabas como actuabas, porque eras como eras. Hiciste lo que tu creías era lo correcto hacer en ese momento.
Me enseñaste a dar amor, porque tu me diste amor. Me enseñaste a ser mujer. Me enseñaste a apoyar siempre a los demás, pero sin perderme a mi misma. Me enseñaste a valerme y pensar por mí. Sigues siendo mi superheroína, pero me enseñaste a ser mi propio héroe. Me enseñaste que a la única que le tenia que demostrar algo en esta vida era a mi misma. Me enseñaste a levantarme cuando tropezaba, porque tu siempre lo hiciste. Me enseñaste a ser yo, porque siempre estuviste ahí y siempre lo estarás.
Me enseñaste que la vida no es perfecta, pero que esta en nosotros intentar verle siempre lo bonito en todo. Me enseñaste que en la vida se lucha y se sale adelante, que nada es fácil, pero también me hiciste ver que la vida puede ser sencilla.
Fuiste mi ejemplo a seguir, en ti vi que «si se puede». Me enseñaste con tu ejemplo. Te admiro, pero no quiero ser como tú. Te admiro y te quiero porque me diste las herramientas para crear mi propio camino. Me enseñaste todo lo que tuve que aprender.
Nunca te culpes por tus errores como mamá, eres humano y cumpliste con tu papel como te tocó hacerlo. Nadie nos enseña a ser padres. No te culpo por las situaciones que me tocaron vivir en la vida, ni las desiciones que yo misma tomé y no te culpare por todo lo demás que vendrá. Nunca te culpes y yo nunca te culpé. Siempre serás mi mamá.
El día que sea mamá se que voy a entender tus palabras; «el día que tengas tus hijos entenderás.» Y se que lo haré, se que haré que mis hijos no quieran seguir mi camino, que no quieran ser como yo. Porque les enseñare lo mismo que tu me enseñaste; que yo soy yo y ellos son ellos. Que mi historia fue diferente a la de mi madre y que la de ellos será diferente a la mía.
Te quiero mamá.
Te admiro y estoy feliz de ser tú hija.